miércoles, 14 de noviembre de 2012

Anoche no podía dormir, conté ovejas y elefantes, maté moscas y hormigas, pero no, no podía dormir.
las voces en mi mente repetían sin cesar lo que mi boca calla a diario.
Eramos dos en un cuerpo, siempre lo hemos sido, pero a veces chocamos y es ahí cuando comienzan lo gritos, los gritos que nadie más escucha, solo yo y ella, atormentando y convirtiendo los segundos en horas, atravesando épocas y momentos como si tuviese el poder de la tele-transportación.
Anhelaba una suave caricia que me ayudase a calmar mis demonios, que me ayudase a convertir mi noche de supuesto descanso en eso, sin el supuesto.
Conté ovejas y elefantes, maté moscas y hormigas, pero no, no podía dormir.

Las ovejas, elefantes, mocas y hormigas terminaban siempre por convertirse en personas que ya no quería ver, en palabras que ya no quería oír.
Vi mi cara sin distinción de rasgos, bañada en sangre, con los dientes en la mano como quien se levanta recién de una gran pateadura,  no sentía dolor, pero ahí estaba, pateada, pisada, basureada.


Las lagrimas corrían como cascada de lava quemándome el rostro, el cuello, las manos, el alma.

Anoche no podía dormir, ya no quiero contar ovejas, ni elefantes, no quiero matar moscas, ni hormigas. Dejaré que la sangre corra hasta quedar aturdida.

No hay comentarios: